LIMITACIONES IMPUESTAS
Un hombre encontró la caperuza de una mariposa, justo en el momento cuando estaba saliendo de allá adentro.
En eso vio cuando apareció una pequeña apertura. El hombre estuvo sentado por largas horas observando la mariposa mientras estaba intentando de forzar su cuerpo a través de ese pequeño orificio. Pero, entonces parecía como que se detuvo en su progreso. Parecía como que ya no podía más y que había ido hasta donde podía.
Así que, el hombre decidió ayudarle a la mariposa. Con unas tijeras le quitó el resto de la caperuza a la mariposa, y la mariposa pudo salir así fácilmente. Pero, tenía un cuerpo hinchado y sus alas pequeñas y encogidas.
El hombre continuó observando esperando que en cualquier momento las alas se fueran agrandando y que se extendieran para poder volar. También estaba esperando que la hinchazón de su cuerpo empezara a bajar y se contrajera. Pero, eso no ocurrió.
Incluso, la mariposa tuvo que permanecer así por el resto de su vida, arrastrándose por todas partes con un cuerpo hinchado y alas que no se pudieron desarrollar y, ¡La mariposa nunca pudo volar!
Lo que ese hombre no pudo comprender era que, las limitaciones impuestas por el capullo y el esfuerzo de la mariposa para salir por esa pequeña apertura era la forma en que Dios lo había diseñado para que forzara el fluido en su cuerpo y que pasara a sus alas, haciéndolas crecer y así, podría volar. Ese esfuerzo estaba diseñado para ayudarle a la mariposa a desarrollar.
Demasiadas veces, las luchas y pruebas, y el esfuerzo que se requiere para sobrepasarlas es lo que necesitamos en la vida. Si Dios permitiera que pasáramos por la vida sin obstáculos, sin tener que hacer esfuerzos, eso no nos ayudaría, sino que nos paralizaría y nos detendría en nuestro desarrollo y crecimiento. No seríamos lo suficientemente fuertes como deberíamos serlo. ¡No podríamos volar!
LO QUE APRENDEMOS CON ESTA REFLEXIÓN
- Le pedí fuerza, y Dios me dio dificultades para que me hicieran fuerte.
- Le pedí sabiduría, y Dios me dio problemas para que los solucionara y aprendiera.
- Le pedí prosperidad, y Dios me dio un cerebro y la fuerza para trabajar.
- Le pedí valor, y Dios permitiópeligros en mi vida para que los sobrepasara.
- Le pedí amor, y Dios me rodeó de gente en problemas para que yo las ayudara.
- Le pedí favores, y Dios me dio oportunidades.
- No recibí nada de lo que quería, pero sí recibí lo que necesitaba.
En conclusión, lo que aparentemente nos hace las cosas difíciles es lo que al final nos ayuda a crecer y hacernos más fuertes.
Jesucristo fue el ejemplo perfecto. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Estos versículos revelan aspectos de Su propósito divino tanto para las pruebas y tribulaciones de Jesucristo como por las nuestras. El perseverar comprueba nuestra fe. «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).
Aunque estamos en una batalla espiritual, Satanás no tiene autoridad sobre el creyente en Cristo. Dios nos ha dado Su Palabra para guiarnos, Su Espíritu Santo que fortalecernos, y el privilegio de venir a Él en cualquier lugar y en cualquier momento, a orar por todo.
Las pruebas y tribulaciones vienen con un propósito y una recompensa. “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna… Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman»(Santiago 1:2-4,12).
Jesucristo fue el ejemplo perfecto. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Estos versículos revelan aspectos de Su propósito divino tanto para las pruebas y tribulaciones de Jesucristo como por las nuestras. El perseverar comprueba nuestra fe. «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).
¿Por qué el Padre sigue podando?
Dios es como el dueño de la historia que decidió remodelar su casa que ya estaba satisfactoriamente hermosa. Juan 15:1-2 dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto”. Jesús dice que los sarmientos que ya están buenos, o sea, los sarmientos que ya son fructíferos, el Padre los poda para que sean aún mejor. Pero ¿por qué? ¿Por qué no está Dios satisfecho con lo que ya está bien? ¿Por qué Dios nos deja pasar por el proceso doloroso de la poda, aunque estamos produciendo bien?