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Racismo Espiritual

Iglesia Cristiana Evangélica

SU DEFINICIÓN: 1.Ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla aislada o separada del resto dentro de una comunidad o un país.

«el racismo puede incluso justificar la eliminación física de las razas consideradas inferiores»

2.Tendencia o actitud que denotan esta ideología.

«el racismo se refleja, además de en las agresiones contra negros y asiáticos, en discriminaciones en el sistema judicial y en el empleo»

 

Tal vez tus padres o maestros de escuela dominical te habrán enseñado la historia de Jonás. Esta historia se encuentra en el libro del Antiguo Testamento que lleva el nombre de “Jonás”, un profeta obstinado a quien Dios tuvo que enseñar algunas lecciones duras.

 

 

   Había una gran ciudad en Asiria llamada Nínive. La gente de Nínive era muy mala, así que Dios decidió destruir tal ciudad. Pero ya que Dios es amor (1 Juan 4:8), mandó a Jonás a advertir a la gente de Nínive de sentencia divina y amonestar al arrepentimiento para obtener la misericordia y perdón divino (Jonás 1).

 

El profeta Jonás

 

   Se pensaría que este profeta hubiera obedecido rápidamente a Dios, pero Jonás no lo hizo. Él tomó un barco que partía para Tarsis con el fin de huir de la presencia y mandamiento de Dios. Jonás no quería llevar ningún mensaje de arrepentimiento a Nínive ya que él pensaba que tal pueblo malo merecía ser destruido sin advertencia.

 

   Debido a su desobediencia, una gran tormenta se levantó en medio del mar, tanto que el capitán del barco no pudo controlarlo. Temiendo a la muerte, todos en el barco comenzaron a clamar a sus dioses por protección, pero la tormenta se hacía aún más fuerte.

 

 

   El llamado de Jonás es un llamado para nuestros días de dejar atrás todo “racismo espiritual” y gozarnos de la salvación de todo hombre sin importar su condición.

 

   Los profetas menores son aquellos “olvidados” de nuestra Biblia. Podremos preguntar a cualquier creyente alguna cuestión respecto a Jesús, Pablo o el Rey David. Sin embargo, raro sería encontrar algún miembro de nuestra congregación que pudiera enumerar los profetas menores aunque no fuera en orden.

 

   Quizás esto se deba al pequeño contenido que poseen (exceptuando alguno como Zacarías), o quizás pueda ser por los extraños nombres de algunos como Sofonías o Habacuc. Sin embargo, considero que uno de los factores principales por los que estos profetas no están en la boca de la iglesia de manera corriente es por la falta de un sentido práctico de sus oráculos para la sociedad actual.

 

   Es por ello que nos gustaría enfocarnos en uno de estos profetas, con el objetivo de poder plasmar por este medio una aplicación práctica o, al menos, una reflexión personal que pueda ayudarnos a crear un “interés” por esta sección veterotestamentaria. Para ello, escogeremos al profeta menor más conocido en nuestras escuelas dominicales, el profeta Jonás.

 

   Todo aquel que haya acudido a la escuela dominical ha oído hablar acerca de la historia de este trepidante profeta. ¿Quién no se ha asombrado de pequeño al conocer la historia de un hombre que llegó a estar dentro de un gran pez? ¿Quién no ha pintado al pobre Jonás aterrado en el mar mientras una ballena (eso decían en mi escuela dominical) llegaba hasta él para introducirlo en su estómago?    Los niños quedábamos asombrados por cómo ese hombre fue capaz de salir vivo de esa ballena por su orificio superior e incluso algunos soñábamos con llegar a experimentar una aventura similar.

 

   Sin embargo, ahí se quedaba la historia. Nada más sabíamos de Jonás en ese entonces, y pocos saben algo más con el pasar de los años. Ese profeta recibió las consecuencias de no hacer caso al mandamiento de Dios y es llamado popularmente “el profeta desobediente”.

 

   En primer lugar, Jonás era un profeta judío nacido posiblemente entre el siglo noveno y octavo. Es mencionado en 2 Reyes 14:25, por lo que se cree que ejerció su ministerio durante el reinado de Jeroboam II. Jonás se identifica tanto en este libro como en sus escritos como hijo de Amitai y en el libro histórico mencionado anteriormente como procedente de Gathefer, pueblo cercano a Nazareth[ii].

 

   Por tanto vemos en este profeta que sirvió en el reino del norte que es un gran devoto del judaísmo, un gran defensor del pueblo de Israel que contenía los rasgos característicos de un judío.

 

   En segundo lugar, si consideramos los factores culturales, religiosos y políticos, podemos llegar a comprender mayormente el porqué de la huida de Jonás hacia Tarsis. Un profeta judío es llamado por Dios a predicar en la capital del pueblo gentil más peligroso y al que más odio le podían tener a causa del amplio poderío militar que podría provocar la destrucción de la nación.

 

   Sin embargo, nos encontramos con que Jonás finalmente obedece a Dios y llega a predicar en la ciudad de Nínive. La demografía de Nínive es un dato que no podemos pasar por alto, el propio texto nos cuenta que la distancia es de “tres días a pie”, por lo que Jonás seguramente tuvo que repetir su mensaje de arrepentimiento varias ocasiones.

 

   Ahora bien, después de todo el esfuerzo realizado por Jonás, los resultados fueron más que satisfactorios, ya que esa inmensa ciudad se arrepintió y se entregó a Dios. Satisfactorio el resultado, menos para el propio Jonás, ya que éste se enojó hasta la muerte por la salvación de esa ciudad.

 

   Es entonces cuando Dios utiliza la calabacera para darle a entender a Jonás una lección que no está muy lejana de nuestra época. Jonás se enfada con Dios por la salvación de un grupo de gentiles cuando debería haberse alegrado por el resultado de su mensaje. El propio Jonás odiaba a los gentiles hasta no querer que su Dios les salvara.

 

   A fin de cuentas, el libro de Jonás es un reflejo de nosotros mismos. A veces creemos que por ser Iglesia somos más privilegiados y merecedores de la gracia de Dios en nuestras vidas. Algunos llegamos incluso a pretender identificar a los “cristianos de raza pura” utilizando parámetros como los años que llevamos acudiendo a la iglesia o el número de familiares conversos. En cualquier caso, llegamos a la discriminación, deseando la no conversión de aquellos que bajo nuestro punto de vista no son dignos de merecerla. Cuán diferentes eran las enseñanzas de Jesús, exhortándonos a amar incluso a nuestro propio enemigo. A fin de cuentas, el llamado de Jonás es un llamado para nuestros días, dejar atrás todo “racismo espiritual” y gozarnos de la salvación de todo hombre sin importar su condición

 

¿Qué podemos aprender de la historia de Jonás?

  1. Cuando Dios nos manda hacer algo, debemos obedecer. Él conoce nuestra mente y corazón, y sabe si obedecemos con disposición. Dios conoce y ve todo, y no podemos escapar de Él, como Jonás no pudo hacerlo.
  2. Nuestra desobediencia puede causar sufrimiento no solamente a nosotros, sino también a otros. Todos los tripulantes del barco sufrieron desesperación y angustia, e incluso sus propias vidas estuvieron en peligro debido al pecado de Jonás.
  3. La desobediencia siempre conlleva consecuencias negativas. Jonás fue echado al mar y terminó en el vientre de un gran pez. La desobediencia a Dios no solamente tiene consecuencias presentes, sino también eternas.
  4. Dios nos ama—sin importar lo que hayamos hecho. Él perdonó la vida a Jonás al preservarlo en el gran pez, y le dio una nueva oportunidad de hacer su voluntad.
  5. Dios escucha nuestras oraciones. Él escuchó la oración de Jonás, incluso desde lo profundo del mar. Él escucha también las nuestras.
  6. Si queremos hacer lo bueno, debemos corregir nuestros errores y hacer lo que Dios manda. Jonás hizo eso al predicar el arrepentimiento en la ciudad de Nínive.
  7. Dios es misericordioso. Él no quiere que incluso los malos se pierdan, así que dio oportunidad de salvación a la gente impía de Nínive.

Jonás pudo no haber aprendido las lecciones de su propia historia, pero nosotros debemos aprender a escuchar y obedecer a Dios con decisión. Ahora es nuestro tiempo, nuestra desición. El obedecer a Dios trae bendición, te invito a hacerlo y comprobar todo lo que Dios ya tiene previsto para tu vida. Amen.

 

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